QUIÉNES SOMOS
La Plazuela fue la primera de nuestras casas rurales en abrir sus puertas a los viajeros allá por 1995. Después de La Plazuela, Carlota ideó El Balconcillo; la primera casa rural de dos plazas de nuestra comunidad autónoma, y una de las primeras en el territorio nacional, pionera en el concepto de casa rural romántica con hidromasaje.
Poco a poco se fueron uniendo las demás, El Refugio, El Colirrojo, El Naturalista y Ensueño, todas forman parte de una pequeña empresa familiar.
Todas son fruto de mucho trabajo personal y grandes esfuerzos por darle forma a la idea de proporcionar escapadas románticas de la mejor calidad en este entorno privilegiado y único del Aravalle.
Nuestro trabajo es incesante, porque todo debe mantenerse preparado y renovado para recibir a nuevas parejas cada día.
Hay que innovar continuamente y mantener siempre en marcha, con mimo y refresco lo que ofrecemos a nuestros huéspedes, (much@s de ell@s ya amig@s y repetidores, que confían en nosotros para sus celebraciones especiales).
En Los Sitios de Aravalle-Lovespa, ideamos al detalle vuestras experiencias inolvidables en nuestro entorno inigualable. Ahora son muchas las casas rurales para parejas con bañera… pero nosotros seguimos prefiriendo ser algo más que eso.
NUESTRO ENTORNO
Una tierra habitada por pueblos milenarios
Desde los vestigios de castros celtas y vettones, pasando por los restos de la ingeniería de caminos romana, el arte románico presente en iglesias y puentes, las leyendas sobre las batallas aquí acontecidas en tiempos de la reconquista, castillos medievales y pueblos amurallados, y una constante a través de los siglos: los pueblos trashumantes adaptandose al arisco medio natural, las montañas como fuente de vida, pasto para el ganado y riego para los campos.
Nuestra comarca refleja en su paisaje la dureza de los pueblos que al paso de los siglos han ido modelando de forma armoniosa la naturaleza que generosamente les mantenía. Ese espíritu de conservación impregna también nuestro trabajo diario.
La riqueza de lo sencillo: nuestros pueblos
Como en tantos lugares de nuestra geografía, nuestro valle se haya dividido en dos laderas naturales, bautizadas por el astro rey: la Umbría y la Solana.
Es en la Umbría en la que se reparten nuestros alojamientos, salpicados entre algunas de sus diminutas aldeas: Gil García, Casas del Abad, Hustias.
Otros tantos pequeños núcleos de población ya casi inexistente se reparten por el valle, a la orilla del río (Retuerta, Canaleja, Santiago de Aravalle) o en lo más alto de sus riscos (El Tremedal).
Algunas de estas aldeas heridas ya por el amargo abandono de sus gentes, otras florecientes en niños y nuevas esperanzas puestas en los visitantes, todas ellas con la sencilla riqueza de su arquitectura austera y bienpensada: corrales, lavaderos pequeños puentes y pasaderas, molinos, hornos de cocer pan, potros de herrar, fuentes y pilones… harán las delicias de quien valora los pequeños detalles del entorno rural.
Caminos abiertos y otros por descubrir
Desde travesías de montaña para alcanzar nuestras más altas cumbres (La Covacha, 2.399 m. y La Azagaya, 2.343 m.), atravesar las impresionantes Gargantas Glaciales (Valdemingómez o Trampal); pasando por veredas de ribera a la sombra de alisos y fresnos, sendas entre tupidos bosques de robles y castaños, alisos, álamos o pequeñas “calles” entre paredes de piedra que unen nuestros pueblos, todo paseo es posible, todo camino lleva a algún escondido rincón.
Gastronomía: auténtica como nuestra tierra
Auténticos, como la tierra, los productos de la comarca conservan el viejo sabor de siempre; que hace distintas las carnes y legumbres, además del jamón, los embutidos, los quesos o los mismos dulces. Fieles a la ancestral receta, ofrecen hoy el mejor sabor de esta serranía y sus valles. Las excelentes carnes de vacuno, lechón y cabrito; las judías de El Barco, con todo un abanico de variedades; los embutidos como la morcilla de calabaza; las truchas del Tormes y sus afluentes; las patatas revolconas; las exquisitas manzanas reinetas o el queso de cabra, sin olvidar dulces como el “huesillo”, las “floretas” o las “perrunillas”, conforman una amplia carta gastronómica, plena de sabores, con toda una tradición culinaria como aval.